“Allá nos veremos”, ¿una amenaza de Uribe?

Unas palabras de matoncito de barrio le lanzó el expresidente Uribe al magistrado de la JEP, Gustavo Salazar, director de la investigación judicial en La Escombrera de Medellín, en donde las denominadas “madres buscadoras” han sostenido que están sepultados los restos de sus familiares desaparecidos hace 20 o más años.

“Allá nos veremos en la Comuna 13”, le dijo el procesado de Antioquia al togado a quien, en el menos grave de los casos, el jefe político de las derechas colombianas le estaría anticipando su intención de propinarle una paliza; o, recordando otro de sus términos violentos, de “darle en la cara, marica…”. El magistrado Salazar, en desarrollo de sus tareas oficiales, realizó –por primera vez, después de tres décadas–, hallazgos escalofriantes en La Escombrera.

En asocio con grupos forenses de la propia JEP y de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD): encontraron partes de cuatro seres humanos, ocultas en esa montaña de residuos industriales.

Una tercera institución pública, Medicina Legal, individualizó con el ADN de los restos las identidades de dos jóvenes: una mujer y un hombre cuyas familias habían denunciado su desaparición en 2002.

Ese año se inició el gobierno Uribe y este ordenó intensificar las operaciones militares en la zona para recuperar el control estatal del territorio. El problema jurídico-político que le quita el sueño al exmandatario, según sus miedos manifiestos, consiste en que la JEP logre establecer la “amplitud” de sus instrucciones; y si estas incentivaron, permitieron u omitieron castigar las alianzas de sus generales con las bandas asesinas de los paramilitares para dominar las comunas, tal como lo confesó, bajo juramento, el macrohomicida alias Don Berna.

Los dos cuerpos identificados por Medicina Legal mostraron claras señales de tortura y tiros de gracia en sus cráneos. Ni la chica coordinadora de deportes ni el joven vendedor ambulante tenían antecedentes penales y nunca fueron vinculados a grupos armados ilegales, de acuerdo con los registros históricos.

Significa que son víctimas inocentes de aquella época en que primaba la sangre y el fuego sobre los derechos humanos propios de “guerrilleros disfrazados de civil”, según otro famoso dicho uribista.

El mensaje del expresidente en contra del magistrado Salazar descubre el odio que despierta en él el más reciente operador judicial que se ve sometido a sus ultrajes.

Pero, esta vez, Uribe se salió de madre: su trino no solo es amenazante con su frase camorrera equivalente a esa de “a la salida nos encontramos”, común entre malandros. Además, revela que sabe cuáles lugares visita Salazar cuando viaja a la capital antioqueña y con quién se encuentra: “Al magistrado se le ve haciendo política y vida social en Medellín con la periodista especializada en difamarme” (ver). Reconozco que es una ingenuidad de mi parte, pero, de todos modos, le pregunté al exmandatario, en mi condición de reportera y columnista, cuántos de sus amigos le cuentan lo que ven o creen ver; quiénes le siguen los pasos al alto funcionario de la JEP y para qué él identifica a “la periodista especializada en difamarme”. Uribe no es tonto. Aunque no especifique su nombre, todos, en Antioquia, saben de quién se trata por su desempeño profesional valiente y serio ¿Pretende, acaso, dañar su reputación? La misoginia es característica de cobardes que suponen que las mujeres somos enemigas menores porque el descrédito nos puede minar.

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